Hay días que se vuelven recuerdos
retornos de días lluviosos
pájaros de alcantarilla y ratas de cielo
jugando a ser más de lo que son.
Nosotros jugamos a los dioses todo el tiempo
a que entendemos lo que hacemos
a que cada paso dado tiene un sentido
y nosotros, un para qué.
La verdad es que nos falta latido
escuchar los ecos de la tierra que pisamos
volver al lenguaje de las aves y los árboles
a las canciones que cada plántula recita.
Nos falta más vernos las caras
y reconocer en el otro a un amigo.
Memorizarnos bien las líneas de nuestras manos
saber quiénes somos.
¿Qué es lo que me mueve?
No lo sabemos.
Sin el conocimiento de lo que somos
resta poco más que un abismo,
el negro de la noche, el andar a tientas
por un camino que nunca entenderemos.
Te pierdes a ti mismo y lo pierdes todo.
Creerás que la risa es un sonido y no el alma cantando
que la riqueza es lo que recelas y no lo que compartes
que “sin tiempo” significa productivo
que productivo significa exitoso
que exitoso significa Dios.
Y te lo creerás, aunque carezca de todo sentido.
(Pero no: Dios es otra cosa).
Al final, sólo quedarán las bolsas,
los empaques de lo pretendido
el escenario en que solíamos posarnos;
no la cuenta, no la efigie, no la torre
sino sólo múltiples espacios vacíos.
porque “Dios” no significa éxito
sino “habitarme yo”.
Escribes muy hermoso!