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Hábito sagrado



Hay días que se vuelven recuerdos

retornos de días lluviosos

pájaros de alcantarilla y ratas de cielo

jugando a ser más de lo que son.

 

Nosotros jugamos a los dioses todo el tiempo

a que entendemos lo que hacemos

a que cada paso dado tiene un sentido

y nosotros, un para qué.

 

La verdad es que nos falta latido

escuchar los ecos de la tierra que pisamos

volver al lenguaje de las aves y los árboles

a las canciones que cada plántula recita.

 




Nos falta más vernos las caras

y reconocer en el otro a un amigo.

Memorizarnos bien las líneas de nuestras manos

saber quiénes somos.

 

¿Qué es lo que me mueve?

No lo sabemos.

 

Sin el conocimiento de lo que somos

resta poco más que un abismo,

el negro de la noche, el andar a tientas

por un camino que nunca entenderemos.

 

Te pierdes a ti mismo y lo pierdes todo.

 

Creerás que la risa es un sonido y no el alma cantando

que la riqueza es lo que recelas y no lo que compartes

que “sin tiempo” significa productivo

que productivo significa exitoso

que exitoso significa Dios.

Y te lo creerás, aunque carezca de todo sentido.

(Pero no: Dios es otra cosa).

 

Al final, sólo quedarán las bolsas,

los empaques de lo pretendido

el escenario en que solíamos posarnos;

no la cuenta, no la efigie, no la torre

sino sólo múltiples espacios vacíos.

porque “Dios” no significa éxito

sino “habitarme yo”.

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1 comentário


myld.94
26 de abr.

Escribes muy hermoso!

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