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Foto del escritorPaola Iridee

Entropía


Querido Alvin:


Tienes razón en lo que decías el otro día, eso de que todo está de cabeza y que nos merecemos el final. Está bien jodido que hayamos hecho un mundo de cobardes, ¿no? Estaba lavando trastes y me empezó a llegar todo esto a la cabeza... Lamento no haberlo comprendido cuando me lo dijiste.


Vivimos en un mundo de gente con el alma y la cabeza enfermas que sólo buscan el poder tangible, el reconocido por otros. Gente mierda a la que no le importa no considerar a otros y pasarse por el culo la realidad de que el otro también es persona y tiene historia. Y lo peor es que no les importa porque no lo tienen en mente, porque no lo saben. No lo comprenden, pues. ¿Y sabes por qué no lo comprenden? Porque son cobardes. Creo que la mayoría de las cosas mierdas que existen en el mundo no son siquiera por maldad sino por cobardía. Porque hemos normalizado que, para sobrevivir, tenemos que ser tibios y no decir lo que pensamos: cuidar lo que decimos, no-ser; no ser lo que somos, no ser lo que hemos vivido, no ser seres humanos, no ser nada, sólo elementos funcionales. Y lo peor es que así se va la vida, la vida de millones y millones que somos aquí: existiendo sin saber que no vivimos y sin considerar que, de hecho, es así. Trabajamos en lugares que, resumidamente, se dedican a explotar a todo lo de afuera: a la naturaleza, a la sociedad, a los trabajadores, a los soñadores, a las personas que consumen el producto final... Pero esto tiene su raíz, porque nos educan para que pensemos que eso es la vida y que así tiene que ser. Vemos normal el hecho de aconsejarle a la gente que guarde sus pensamientos para otra ocasión (que nunca llega), que se reserve sus sentimientos porque qué oso que vean que eres humano. Parece que los humanos reales no están permitidos en este mundo. ¿Y sabes qué es aún peor? Que para efecto de todo esto, hemos creado una definición distinta de "ser humano" que nos tragamos todos para que encaje con lo que le funciona al sistema en el que estamos. Ahora ser humano significa ser responsable de todo lo que al sistema le sirve, pero nunca de uno mismo. Significa aliviarse la vida mediocre yéndose a consumir (alcohol, restaurantes, caros, lujos, viajes, ropa o lo que sea). Putas… está jodido. De verdad está jodida la manera en la que funcionan las cosas y me da terror ver tan claro todo esto, que esté TAN normalizada esta mierda del estrés, de fingir, de ocultar, de "medirse", de callar, de aguantar vara siempre, aunque no obtengas nada, de hacerse pequeñito... ¿En qué agujero negro echamos nuestra vida?


El otro día me preguntaste que si creía que era posible que la entropía a la que nos sometimos cambiara su curso, y creo que sí, sí lo es. En el momento en el que seamos lo suficientemente valientes para resignificar todo, en ese momento podrá empezar a cambiar. Cuando seamos lo suficientemente valientes para darnos cuenta de que ser poderoso, humano, cobarde, valiente, valioso... todo eso es diferente a como nos lo han enseñado, y tengamos el valor suficiente para empezar a vivir conforme a esa nueva definición que hallemos nosotros mismos, en ese momento podría empezar a cambiar. Y cuando eso pase, va a ser un desmadre. Y va a parecer que todo se está yendo al carajo, pero no será así: estará cambiando para bien. Estará pasando lo que tenía que haber pasado desde hace mucho tiempo. Sé lo que me vas a decir. Tú aseguraste que a veces era mejor quedarnos callados si hablábamos sólo para justificarnos, y que había cosas que el silencio podía decir mejor. Pero yo creo que sólo las cosas puras y sencillas pueden expresarse con el silencio; casi todo está compuesto por muchos lados. Sería fácil distinguir los momentos correctos para cada cosa si tuviéramos un poco más de conciencia, pero es un paquete pesado, ¿sabes? La conciencia, quiero decir. Se necesita ser muy fuerte para eso, sobre todo valiente, y casi nadie lo es. Supongo que por eso la mayoría nos conformamos con unos cuántos momentos de lucidez, porque no somos lo suficientemente fuertes para ser congruentes y constantes con todo eso que creemos y que queremos ver en el mundo. Tenemos un potencial inimaginable como humanidad, cada uno de nosotros podría llegar mucho más lejos de donde está, pero preferimos quedarnos en donde estamos y guardar la calma, someternos de nuevo. Preferimos velar por intereses que no son los nuestros ni los de nadie a quien consideramos bueno o trascendente, y es curioso, porque la mayoría del tiempo, uno vive así: sin darse cuenta de lo que pasa afuera porque ni siquiera te ves a ti mismo.


Tú sabes que el mundo de cada quién es diferente, porque cada quién tiene su propia percepción. Y es gracioso que estemos construidos mayoritariamente por cosas ajenas a nosotros mismos que no supimos filtrar y ahora no sabemos remover porque damos por hecho que "eso somos". Pero si tuviéramos más conciencia, como decíamos, otra cosa podría ser. Pues... Que muchas veces no somos lo que creemos que somos. Tampoco sentimos lo que nos decimos a nosotros mismos que sentimos, ni pensamos u opinamos lo que nos hacemos creer que sí. Y creo que todo sería mejor si la gente empezara a indagar en sí misma, porque si no eres consciente de ti, nunca vas a ser consciente de lo de afuera. Lo ideal sería ir comprendiendo mejor al mundo a la par que te comprendes a ti. Pero quién sabe. Para hacer un cambio significativo en el mundo, tendría que haber muchas personas conscientes de que deben cambiar. Y siempre se puede hacer un cambio, ¿pero qué personas son las correctas para hacerlo? ¿Quiénes pensarán realmente “ah, esto está mal, necesito cambiar”, si no saben que también son ellos los que están mal? Supongo que tiene que haber algo que les presente una alternativa a las cosas, a la realidad que se vive, tiene que haber un factor externo. Y también supongo que la gente prefiere huir, porque es más fácil correr en círculos y hacerte creer que avanzas, a quedarte en el mismo lugar y tratar de encontrar la dirección correcta.


Yo no puedo decir mucho. A veces me topo con que huyo de las cosas desde hace tiempo, y creo que, por un rato, ¡está bien! Pero dicen que no te la puedes pasar huyendo y tienen razón. Cuando huyo, siento calma en el momento, pero es como una droga, porque cada vez que vuelvo, se siente peor. La mayoría de esas escapadas me han hecho sentir que la quietud es un engaño. Nos hemos construido de tal forma que buscamos estar vacíos, y por eso no me gusta el mundo en el que vivo: porque es un mundo de cobardes que no se atreven a trabajar con su propia materia, no se atreven a vaciarse verdaderamente de lo que no aporta y luego aventarse el trabajo titánico de encontrar un nuevo contenido que sí vaya con lo que son. Odio que esté normalizado el deshumanizar a la gente para que funcione dentro de la máquina y que sean tan pocos los que se dan cuenta de que están viviendo así.

Sé que ya lo habíamos hablado, pero apenas hoy me cayó el veinte de esto, de lo profunda, meticulosa y poderosamente inmersos que estamos en creernos que esta realidad es la única posible. ¿Y sabes por qué estamos así? Por los valores que nos inculcan, por los consejos que te dan como si fueran la máxima de todo, y es aún más peligroso porque, muchas veces, esos malos consejos te los dan de buena fe, y eso significa que eso es lo que tienen normalizado y que verdaderamente lo creen. Entonces todos creemos en el mismo concepto de lo que significa ser "correcto", "bueno", "real", "necesario", “productivo” o "virtuoso". Nos enseñan a ser cobardes desde pequeños. Nos dicen: "los niños bonitos se portan bien", "si no obedeces, eres malo", "no seas así de raro, nadie te va a querer". Y así sigue toda la vida; los medios nos llenan de memes, videos y artículos como "Consejos para conquistar a una chica: investiga sobre lo que te interesa y habla como si también te interesara a ti" o "Cómo enamorar a un hombre: hazlo sentir que lo necesitas, no le contestes tan rápido, pensará que estás desesperada". Nos enseñan que la falsedad es buena y por eso no nos damos cuenta de que es una máxima dentro de la sociedad. Incluso cuando somos mayores, el bombardeo sigue: "debes de aprender con quién y en qué ocasiones decir lo que piensas", “debes aprender a guardar silencio”, “debes aprender a vestirte bien”, “si te ven así, no te van a tomar en serio, no te van a contratar en ningún lado”. ¿Ves qué caótico es todo esto? Vivimos en una maqueta.


El mundo, “el mundo” se ha convertido en un paisaje pintado en donde toda esta porquería es parte básica del panorama, pero como toda la vida hemos vivido con y entre ella, ya nos parece natural. A veces me desespero de no encontrar respuestas y de ser como tú sabes que soy: de querer que todo cambie, de no hallarme entre la gente, de mentar la madre por todos lados porque todo me caga. Pero… ¿sabes qué? Prefiero que sea así. Así siento que, de menos, queda otro camino porque lo sigo viendo. Es doloroso, sí. Ya lo hemos hablado. Pero necesario. “Tenemos que morir un poco para poder seguir viviendo”. ¿Cuánto tiempo más crees que nos quede así? Me gusta pensar en la entropía y cómo todo está destinado al cambio. Lo espero con ansias. Tú sabes que no creo en ningún dios pintado, pero si tuviera que ponerle un nombre, sería ése: Entropía. Tal vez nuestra única esperanza está en seguir gritando, hasta que nuestras voces se escuchen lo suficiente para cambiar la realidad dentro de la mente de las personas. Así ha pasado con todo, y tú lo sabes, entonces puede que no sea tan irreal. Definitivamente, prefiero apostarle a la entropía.



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