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Foto del escritorPaola Iridee

Aún hay soles





Puedes hacer con mi cuerpo lo que quieras.

Jornadas de sol a sol,

pagarme a cuentagotas el trabajo que alimenta a mi familia

Quebrar las piernas que me sostienen.

Puedes hacerme creer en un sueño

y que caiga en tu trampa de un futuro imposible.

Lanzarme a entregar mi vida por algo que no me pertenece

ni me pertenecerá nunca,

diciéndome que crecer lo que sólo enriquece a unos

se llama trabajo en equipo.

Puedes intentar dibujar en mi rostro

una enorme sonrisa,

pintar con una linda fachada el menosprecio que vivo a diario.

Puedes subir a tus redes sociales

la foto de los productos que me compraste regateando

alegando que eres sostén de una familia,

que apoyas con todo mi economía

y que crees en el mundo justo por el que nunca has luchado.

Pero a mi corazón, no lo ciegas.

No me convences de ser lo que necesitas para hacerte más grande

ni de venderle a otros el ideal falso de un pastel bien partido.

No me convences de que la vida sólo se puede disfrutar a ratos

y que estamos bien “dándonos un break” cada tanto.

Puedes decirme que partiéndome el lomo creceré como ningún otro

y que algún día ya no estaremos en el fango que regamos diario

para que tú consumas su fruto.

Que sólo es porque quiero que yo sigo abajo

y que arando tu tierra estoy sembrando mi futuro.

De esa realidad que nos consume,

sólo nos llevamos el fracaso.

La impotencia de ver lo posible sesgado

por ambiciones y juegos de niños en corruptos trajeados.

Pero a mi espíritu no lo convences:

él sabe lo que intentas darnos.

Esa hogaza de pan duro

ya no nos alimenta.

Llegará un día en que por fin nos cansemos;

que veamos las cosas claras y se desdoblen los ojos.

Nos quitaremos el yugo con nuestras propias manos

y veremos de frente lo que nos has quitado.

Llegará un día en que la verdad nos llegue a la conciencia

y que nos apuntale todo lo que nos debemos.

Y cuando sea un hecho, no habrá diablo capaz de pararnos.

Sólo falta tiempo para que caiga la gota:

la verdad derramará el vaso,

Y cuando eso llega, nada ni nadie puede quebrarlo.

Con lo que ves de mí, puedes hacer lo que quieras.

Puedes hacerme pasar desvelo y hambre

e inundarme los ojos con desesperanza,

pero a mi espíritu, no lo matas.

Nos criaron para ser perros

tratando de ganar el trozo de carne más jugoso

Pero ya nos vamos despertando:

No somos perros de pelea ni ganado: somos humanos.

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