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Foto del escritorPaola Iridee

Existir es abrazar el fuego


Quizá para algunos, la felicidad es resumida, casi burocrática; una pequeña lista de cosas que ir palomeando, como requisitos sin variación para completar un trámite: vestir bien, un ingreso que permita lujos, tener a quién decirle "mi amor" aunque no lo sea, comprarse un carro bonito, qué sé yo. Pero para mí es diferente; la única felicidad que encuentro está en ir dejando un hilito de mí por todas partes, en conocer gente distinta que me enseñe nuevos mundos, ir haciendo memorias en cada lugar que piso, moverme, siempre moverme sin saber precisamente a dónde, pero sí segura de que quiero seguir haciéndolo.

A consecuencia de la misma vida a la que canto, aquello a lo que busco se ha convertido también en lo que me sigue, porque nos llamamos mutuamente, y así está predestinado a ser. Y para mí no hay otra verdad sino ésa: uno debe hacer las cosas que le gustan, hallar el espacio para ellas a pesar de lo que debemos hacer para sobrevivir; encontrar aquello que se AMA y hacer de eso el motivo que rige todo, porque vivir sólo por vivir y no por aquello que nos hace emanar pasión de los poros es sólo supervivencia. No estamos aquí sólo para ocupar un espacio. Hay que vivir, VIVIR de verdad, aportar a lo que nos rodea. Existir es abrazar el fuego, saber que estamos expuestos, que somos seres vivos, sangrantes, que la vida puede herirnos... y elegirla, aún así.

Mariana Palova equilibrio, muerte y vida

Si realmente hay felicidad en alguna parte, está ahí, en el fuego: en aceptar que nunca dejaremos de movernos y aprender a hacerlo. Ya hay, en nuestra realidad, suficientes átomos para llenan los espacios vacíos. No soy quién para saber lo que necesita el mundo, pero si me lo preguntaran, diría que estamos aquí para trascender nuestras propias venas, para ir más allá de nosotros, y que ésa es la felicidad, porque ¿de qué serviría estar aquí y ahora, si no es para aprovechar que existimos, y hacer que exista algo cada vez mejor?

Más. Más. Más...

Quizás ese fuego necesario, lo encontremos después de perfeccionarnos, casi artesanalmente, y tocar mil vidas. O quizá sea de una forma más sencilla; tal vez, sólo tal vez encontremos la respuesta a todo cuando hallemos, por fin, al ser humano que sea nuestro fuego, al lado nuestro, tomándonos la mano.


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