No quiero que vean lo que me sale bien,
quiero que vean lo que veo
lo que llama mi atención
la manera en que percibo al mundo
cómo me aproximo a él y con qué mirada.
Quiero que hablen con lo que soy y no con lo que piensan.
Quiero que me vean así:
Despeinada. Perdida. Gris.
Buscando rumbos.
No quiero que vean lo que todo el mundo ama.
Del producto final
-tristes lienzos impresos con trazos de grandes muertos-
el mundo ya está muy lleno.
No son respuestas memorizadas lo que se necesita;
se necesitan flores frescas y plantas silvestres creciendo en la banqueta.
Lo que hay que empezar a ver
quizás son los trazos iniciales.
Eso que construye al mundo desde las cenizas.
Vislumbrar lo que hay es mejor que ver una imagen completa sin vida; hay que aprender a hacer las preguntas correctas.
Hacer todo esto por hacer.
Hacerlo todo por el simple gusto de crecer.