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Foto del escritorPaola Iridee

Entre ranuras


Ven, toca aquí. Acércate. ¿Lo sientes?

Aquí dentro hay un amor frustrado, un corazón desesperado de no encontrarse a sí mismo.¿Alguna vez te has sentido así?

No te preocupes; estás seguro, puedes decirlo. Ahora mismo estamos lejos de los juicios; aquí no señalamos a nadie por su vacío. Si te has hecho la misma pregunta que hago, entonces sigue:

¿Cómo esperan que ame alguien que ha carecido de amor?

Es cierto… ¿o no lo es? Que no has tenido amor nunca, y que por eso andas así, como un animal solitario que gruñe a todo el que se acerca demasiado, divagando de vez en cuando, a poca conciencia, en la razón por la que no puedes sentir.

Y volvemos entonces a la misma pregunta, vistiéndola diferente para que lo puedas decir –tú solo, con tu voz, anda-

¿Cómo voy a poder amar alguien, si nunca he sentido amor?

Dirán otros: “no te has dejado”. ¡Pero no, loco, no es eso! Yo te respondo: es que primero va lo otro. No sentirás amor hasta que no te nazca; ninguna hoja puede crecer de un tallo que no ha echado raíz, y la planta debe abrirse sola el paso entre la tierra para ver la luz.

Sí, sí: el origen de todo es uno mismo.

-Se crece entre las grietas, ¿lo sabías?-

Pero tú… tú has decidido no sentir amor

…sólo deseo.

El deseo insaciable de poseer lo que está en otro cuerpo,

de fracturar almas y quedarse con los pedazos.

Tú eres de esos bichajos vagabundos; tan quebrados que no pueden sino hacer del mundo trocitos, porque así se sienten: incompletos. No ven en la vida un manto que los salve del frío porque nunca han tendido una mano.

-sus manos sueltan, se congelan en el aire-

¿Y así es como pretendes que te amen? No, loco… ¿de dónde crees que sale todo?

Al amor sólo lo pueden los que se aman a sí mismos.


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