Para extrañar a Omar, existen muchas maneras. Se le puede extrañar lavando los trastes, clavando la mirada en una pared blanca, o escuchando cualquier canción de Mägo de Oz. También se puede extrañarle yendo al D.F. y pasando por casualidad frente al Hard Rock Café, o leyendo algún texto de Edgar Allan Poe, Lovecraft, Quiroga o cualquier otro autor del estilo. Se le puede extrañar incluso al pedir una crepa de nutella con fresas o un bagel ragazzo en el Cracovie Café. Otra manera de hacerlo es viendo creepypastas en youtube, o escribiendo cadáveres exquisitos con otras personas que no sean Omar. En fin; antes de empezar con los pasos a seguir para extrañarlo de una manera muy específica, tiene que tener en claro que existen muchas formas de hacerlo y que ésta que se le presentará a continuación no deberá, bajo ninguna circunstancia, ser tomada como la única. Puede experimentar también con las mencionadas anteriormente, ya que, efectivamente, existen muchas otras formas de extrañarlo.
Céntrese en el mero pensamiento de extrañar a dicho individuo y deje de hacer todo lo que esté haciendo en ese momento. Sienta cómo le surge desde dentro un impulso palpitante de huir del mundo, yéndose a tomar un café en solitud a alguna cafetería de por Satélite. Piense en al menos tres opciones de lugares, en donde figurarán Starbucks, Café Aroma y Film Club Café. En seguida su mente lo remitirá de manera automática hacia la última opción; esto es porque su cerebro está recordando también a otra persona. No lo permita. Vea venir el recuerdo y déjelo pasar de largo. Si llega una nueva oleada de recuerdos de dicha persona, repita este paso.
Ya que no quede rastro del impertinente recuerdo, suba a su auto y diríjase al Film Club Café por simple gusto. Ya que llegue, estaciónese justo enfrente, pague el parquímetro más cercano, y dese cuenta de que está cerrado. Decepciónese. Permita que la decepción lo recorra y lo abrace, y déjese absorber por ella como si fuese el único café del mundo. Deje que la sensación fluya por no más de diez segundos, y después, comience a mitigarla haciendo uso de su razón.
Ya que esté de vuelta en sí, regrese al auto y coloque el ticket del parquímetro en el tablero para sentir que valió de algo gastar dieciséis pesos en él. Prenda el carro y quédese ahí un par de minutos, reflexionando sobre nada en especial. Recuerde las otras dos opciones de cafeterías en las que había pensado. Descarte Starbucks inmediatamente, porque sabe que sólo lo puso de relleno y que en realidad siempre existieron únicamente dos opciones. Dirija su pensamiento a la única opción que le queda por gusto -Café Aroma- y olvídese del motivo por el cual está usted leyendo este instructivo. Deje que su ausencia, de manera natural, vaya cobrando terreno dentro de usted poco a poco, sin que se dé cuenta de que así está siendo. Maneje hacia Café Aroma y empiece a pensar conscientemente en Omar. Recuerde su cabello negro y ensortijado, y mueva en vano sus dedos como jugando con él. Acuérdese de lo mucho que reían juntos y de la confianza que se tenían. Deje que le lleguen de golpe todas las memorias que tengan que ver con él. Mientras realiza esto, continúe manejando a Aroma. Si necesita perderse o dar vueltas sin sentido para continuar con el proceso, hágalo; no se limite. Piérdase todas las veces que quiera y vague el tiempo que haga falta.
En seguida, proyecte en su mente la imagen de sus ojos negros y mírelos bien. Clávele su mirada –también negra- e imagine que le dice “te quiero” a manera de pésame por haberle perdido. Deje ir su imagen. Lamente que ya no está y deje que le asalte el vacío de él. Recuerde cómo jugaban como dos niños, de esa manera única y extraña, y esas –pocas- veces en que cantaron juntos. Transporte su mente hacia esos días en que iban al Centro a tomar cerveza, y a cuando lo acompañó a las tiendas de instrumentos musicales –ya sabe que Omar es baterista-. Vuelva a lamentarse de que ya no se ven. Tome conciencia de que probablemente no volverá. Observe el camino que está recorriendo en su auto, sólo para asegurarse de que no se ha desviado demasiado del camino que lo conduce a Aroma, y concentre una parte de su mente en llegar lo más rápido que se pueda.
Vuelva a pensar en la situación actual entre ustedes dos; esta vez no deje que le cale demasiado. Mastique su ausencia con ímpetu hasta que en apariencia se reduzca y escúpala en la mano que menos use para manejar. Estacione su auto un poco enfrente de la cafetería y retire el ticket del parquímetro de la superficie del tablero. Hágalo bola y arrójelo a donde sea. Observe la ausencia masticada con detenimiento. Huélala un poco. Sienta su consistencia. Abrace mentalmente a Omar por última vez en mucho tiempo. Baje la ventana del auto. Sacuda por fuera la mano en donde tiene adherida la ausencia. Siga sacudiéndola hasta que se canse de hacerlo y acepte que no se desprende. Desista. Obsérvela con repugnancia. Ódiela. Huélala de nuevo y resígnese a no tirarla. Reconcíliese con ella y llévesela de vuelta a la boca. Tráguesela para cuando quiera volver a extrañar a Omar de manera consciente. Regrese a la realidad y ubíquese dentro de su vehículo.
Posteriormente, deberá bajar del carro y entrar a la cafetería, en donde, inmediatamente, pedirá un café americano con esencia de amaretto. Establézcase en una de las mesas de la izquierda, ponga encima su libreta de bolsillo, y ordene también unos molletes. Saque su pluma -invariablemente negra- y empiece a escribir este instructivo. Finalmente, olvídese por un rato de todas las ausencias, incluyendo la de Omar, y disfrute de sus escasos minutos de no ser un Ser Humano y ser, sencillamente, un escritor.