Los 60’s fueron tiempos de cambio. Nadie puede negar los colores, los cabellos rebeldes, los bailes alocados y la búsqueda de la unidad entre seres humanos, pero antes de empezar, hay que tener en claro que el mundo es varios mundos, y que la realidad social varía según donde te encuentres. Es cierto que no podemos hablar de los mismos “años 60” cuando hablamos de Francia, de China, de España o de México, pero sin duda -a fin de cuentas- todos compartimos un mundo y por ello hay elementos innegables en esta época (como en todas) que cubren con su manto de generalidad a todas las pequeñas realidades.
Los años 60’s, digamos, fueron la década que abrió la brecha. Si bien los ideales se contradecían aún con el comportamiento y el pensamiento real de los jóvenes de la época (en realidad, al menos en México, las mujeres seguían siendo damas que soñaban con ser amas de casa, los hombres se seguían viendo a futuro trabajando en empresas “pro-sistema”, y se malinterpretaba un poco el valor de “igualdad” y “libertad”), sí hubo un cambio, al menos a nivel superficial. Resumiéndolo un poco: Fueron los actos de estos jóvenes lo que le introdujo a las nuevas generaciones una idea más real y concreta de lo que ellos apenas empezaron a vislumbrar. He aquí entonces (en su vislumbrar) su valor: ésta fue la primera generación en mucho tiempo a la que se le permitió soñar. Pero… ¿qué fue lo que vislumbraron?
Podemos mencionar la injusticia política, la discriminación de todo tipo, el sistema capitalista fallido y en picada, o el distanciamiento de la naturaleza (y nuestra naturaleza), y estos serían sólo algunos ejemplos de aquello que vieron casi por primera vez en esta década. Recordamos las décadas anteriores, las guerras mundiales, y no vemos sino naciones; individuos bien consagrados con su patria que luchan desde ella en contra de otra, a pesar de todo, del sinsentido, a pesar de no querer… y en contraste, en los años 60’s vemos personas preocupadas por una unicidad diferente, no de individuos con su país sino de humanos con su mundo, con El Mundo.
Rodeada de muchas otras cosas, es aquí donde surge la “contracultura”, y es cierto que esto no era más que un nuevo rebaño, uno de ovejas negras que creen que el color las cambia de especie, PERO (porque siempre está el pero), lo que realmente importa no son las convicciones casi huecas por las que luchaba la juventud, sino el comportamiento, los actos que sucedieron a partir de esto, pues fue ésta la semilla que germinó hacia un verdadero cambio interno, uno que va mucho más allá de los peinados locos, el “haz el amor y no la guerra” y el fresco foco encendido de la igualdad de géneros; la semilla echó raíz en las generaciones siguientes, resultando en éstas un cambio real: el de pensamiento.
Desde unos años antes hasta unos años después, la década de los 60’s inició algo que nunca había visto nuestra Modernidad: una lucha por la libertad interior; un grito por una mejor humanidad. En su lucha, muchos confundieron la libertad con una simple rebeldía desenfrenada y sin objetivos, y confundieron el retorno al “amor primigenio” con una perdición disfrazada de “amor y paz”. La búsqueda de libertad se reflejaba hasta en los peinados, con cabellos si no desordenados, con copetes altivos, como astas de venado, imponiéndose ante el sistema enemigo. En pos de esto, los gobiernos tuvieron una reacción casi infantil hacia las voces que se atrevieron a decir lo que antes, ninguna otra. La Historia entonces tomó la fotografía de una hegemonía[i] temerosa del pueblo que empieza a abrir los ojos.
El mensaje estaba en todos lados: el mundo cambiaría. Las matanzas que hubo por parte de los gobiernos fueron como patadas de ahogado, tratando de impedir que se esparcieran estas esporas de cambio, y sí: pusieron fin a muchos actos, pero no las ideas
… y las ideas son implacables.
Si bien los hechos de esta época fueron para muchos no más que una copia-reflejo de ideales bonitos, que no se comprendían pero se sospechaban, este simple bosquejo de ruptura necesaria representó una nueva adolescencia colectiva. Todo este frenesí en la búsqueda de libertad y una especie de justicia igualitaria se contagió de país a país; se le contagió al mundo. Se guardó en su memoria genética, trascendió en el tiempo. Y esto… esto es realmente la oleada imparable.
Al final, unas voces se apagaron, otras subsistieron y otras verdaderamente se extinguieron (como su alerta fallida sobre el consumismo que estaba por venir), pero hay algo que realmente nos impactó de esta época, y esto es innegable: una ola imparable de ideas.
Dicen que las ideas cambian al mundo… ¿Qué dices tú?
[i] Hegemonía, en este caso, se refiere a la predominancia de un cierto sector de la población (que se conoce como “el poder”) frente al resto. La hegemonía es prácticamente lo que determina una realidad social.